Diez hazañas de nuestros atilas contemporáneos

Bueno, lo prometido es deuda. Sin embargo, como preveo que si nos ponemos a pensar en personas, la etimología del nombre del premio va a ser decisiva (aunque supongo que habrá partidarios y detractores: Atila Sí, Atila No), mejor enuncio diez proyectos estupendos de esos de los de ¡Virgen Santa!, qué diría la vecina de mi madre:

1- El jaleo de los miniapartamentos junto y para la SEK, a la orilla misma del Eresma o el mamoneo de la Alameda. Llamándose así este sitio no podíais esperar otra cosa. El pulmón ciudadano de Segovia, dicen algunos; pues aquí le ha salido un cáncer que sigue sub iudice y que ha dejado con el culito al aire a algunos de nuestros barandas.

2- Segovia 21. Qué mérito el de estos chiquetes –todos hombres, qué machotes- que por esta esplendorosa iniciativa están imputados por delitos de cohecho, prevaricación y tráfico de influencias y han recibido en sus carnes morenas un informe demoledor de la Real Academia de la Historia. Unas artistas.

3- Los planes de expansión urbanística de Palazuelos. Diez mil viviendas promete nuestro campeón del ladrillo y con una sed insaciable reclama agua, agua. Este hidrófobo es defendido por el lado oficial de su partido que proclama que gracias a él el urbanismo de Palazuelos no se ha desmadrado. ¡Habría que ver cómo sería un urbanismo desmadrado en opinión de esta pseudoizquierda local!

4- Una historia bien recientita: el empeño del presidente de la Cámara de Comercio de horadar el casco antiguo con dos túneles que atraviesen la ciudad de parte a parte. Eso sí: hecho por empresas privadas para que la ciudad histórica se la cargue la iniciativa privada sin necesidad de arrimar fondos públicos. Algo es algo.

5- El empeño en allegar recursos hídricos, en garantizar las necesidades hidráulicas. Mentira. Esto quiere decir la construcción de una nueva presa en el Cambrones, descojonando (perdonad mi lenguaje) las Calderas. Estos caraduras no dicen con claridad lo que quieren, pero siguen pensando en talar árboles, volar rocas y encementar laderas para alimentar la especulación y dejarnos secos.

6- Las concesiones de manantiales para Bezoya. Fijaos: un dominio público, un bien colectivo, se cede a un particular, se financia su negocio y después este mamoneo se inaugura por el presidente de la Junta. Bueno, pues a mí que me cedan el edificio de la Junta para poner una pastelería subvencionada. Y no quiero hablar del impacto visual, del destrozo del terreno, del…

7- Las obras que nos rodean, que hacen imposible que se pueda andar, que provocan que se sacrifiquen árboles y espacios de paz (el ejemplo del extinto quiosco de los Bomberos) en el altar del dios automóvil. No hay quien pasee por esta ciudad.

8- Bueno, me atrevo a seguir con las obras y digo que un candidato serio son las del Hospital General, que han pisoteado y pisotean nuestra dignidad de ciudadanos. Un despropósito sobre otro despropósito (el último el de la privatización del aparcamiento, muy típico de los que nos mandan: quitar el dinero a los pobres para entregárselo a los ricos). Son antiecológicas, pues casi impiden que los seres vivos que se acercan al hospital lo sigan siendo cuando regresan a su casa.

9- El camino que lleva el imaginario Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. No digo nada porque aquí sí que hay mucho disimulo y mucha asociación de malhechores disfrazada de hombres de bien y benefactores del medio natural.

10- Las urbanizaciones del alfoz. Han hecho algo parecido al milagro de los panes y los peces: han multiplicado el tráfico en nuestra ciudad, han satisfecho el hambre de aislamiento de la gente más joven, han saturado de construcciones monótonas y pseudomediterráneas a nuestros pueblos, han hecho huir el campo a muchísimos kilómetros de distancia, han dejado a la infancia sin plazas para jugar,…

Bueno, aquí paro y no hablo, como veis, de los campos de golf, ni del aeropuerto cochinillo ni de los vertederos incontrolados, ni del sistema de recogida y tratamiento de residuos, ni del depósito de rechazos, ni de las repentinas muertes de peces en el río Eresma, ni del arsénico del agua que sale de los grifos, ni de los purines, ni del engañabobos del Plan General de Ordenación Urbana de Segovia (verde por fuera, negro de especulación por dentro)…

O sea, que os animo a elegir la acción más bárbara. La cosa está complicada. Ahí os dejo con ella.