El suave y la enfadada: una historia de mentiras y promesas

Me aburro en esta campaña electoral, aunque alguna vez el piar desafinado de los candidatos me saca del sopor: veo a Arahuetes en la tele local y reconoce que las obras en la ciudad se han ejecutado mal (pero se planificaron bien, eh, dice rápidamente) y pide disculpas por el trato recibido en el ayuntamiento a una persona que llama por teléfono ¿Alguien se acuerda de haber visto al alcalde y candidato pedir disculpas dos veces en el mismo día? Si es así que lo digan, que yo no caigo. Veo al día siguiente a la Escudero muy agresiva, acusando de mentir y diciendo que en estos cuatro últimos años el ayuntamiento no ha hecho ninguna guardería. Es verdad, ni en estos ni en los dos mil anteriores y la Junta, de la que ella ha sido alto cargo, tampoco ha hecho ninguna y eso que tiene competencias en la materia. Acusa a Arahuetes de mentiroso y para eso miente ella, ocultando verdades.
En todo esto que he dicho no hay ninguna valoración; es, simplemente, una pura descripción de lo que pasa. ¡Ah! y las promesas electorales van engordando: cubrir campos de calva y chito, sanitarios y lavabo para las jugadoras de bolos, rampas mecánicas para las cuestas, tranvías para casi todos los barrios, ecobarrios que descogorcian los aledaños de la Sierra, miniaparcamientos para rellenar el casco antiguo de coches, transporte gratuito para niños y ancianos,... y dos huevos duros.
Para promesas electorales las de antes. Aquí está la prueba de cómo se gestó la construcción del Acueducto.