hontanillademolicion

viernes, abril 20, 2007

El viejo cuento de la liberalización del suelo


Me desplomo en el sillón, le doy al mando y ya está en funcionamiento la caja tonta. Allí veo al líder -o marioneta- del Partido del Sabor a Eucalipto con corbata roja, con un boli de color oscuro en la mano -qué curioso, ni un papel en toda la escena, pero allí está él, sosteniendo durante más de dos horas el bolígrafo en su mano- enfrentado a cien ciudadanos y ciudadanas que le preguntan un montón de cosas. Y él dice que se alegra porque por fin puede hablar de otros temas, como la educación, la sanidad y la vivienda.
No voy a hablar aquí de mi opinión sobre sus razonamientos en sanidad y educación -por si acaso, dejo una cosa clara: tengo una opinión similar a la que voy a exponer sobre la vivienda-, pero sí sobre urbanismo. Algunas personas le preguntan sobre el destrozo del litoral gallego, del paisaje cántabro, sobre la especulación urbanística en Murcia, pero él no pierde el temple y lanza su gran propuesta: la liberalización del suelo. No es una idea nueva, de hecho es la idea defendida por los conservadores y las grandes empresas del sector a finales del siglo XX. Esta idea tan antigua se plasmó en un Real Decreto de Medidas Urgentes de Liberalización del Sector Inmobiliario y Transportes, en junio del año 2000.
Se basa en un argumento muy sencillo: con la liberalización del suelo se frenará la escalada del precio de la vivienda. De hecho, el carismático líder de la corbata roja ya ha defendido esta medida en el pasado, diciendo que si en un municipio hay cuatro terrenos y, por decisión de la Concejalía de Urbanismo, sólo se puede edificar en uno, "es evidente que en ese cuarto terreno el suelo es mucho más caro y los pisos también muchos más caros". Parece evidente y clarito. Pues, no. Resulta que las cosas funcionan justo al revés.
El precio de la vivienda se ha disparado desde el año 2000. En el mismo día en que el jefe del Partido del Sabor a Eucalipto habla en la televisión, los medios de comunicación se felicitan porque las viviendas ya sólo suben al doble del ritmo del coste de la vida, como en 1999. Es decir, desde el citado Real Decreto hasta hoy los costes se han disparado. Uno no tiene más que mirar a los pueblos de alrededor de Segovia para darse cuenta de que han puesto mucho suelo en marcha, de que lo han inundado de ladrillos y, sin embargo, la vivienda no ha hecho otra cosa que subir. Y es que desde hace tiempo la vivienda no es un bien de primera necesidad, garantizado por la Constitución, sino un objeto de pura especulación financiera, alimentado por la corrupción, el dinero negro, las valoraciones falsas, la subcontratación y la fascinación por ser propietario de un chalecito en las afueras. Se descojona el paisaje, se encementan los prados, se secan las fuentes y se clama por nuevos pantanos, se incrementan los viajes en cápsulas de transporte individuales y se favorece el trabajo a destajo de inmigrantes, así como las ansías desmedidas de crecimiento que tienen los alcaldes y los concejales de urbanismo. Pero no, el gran problema es que las concejalías de urbanismo no dejan construir y tienen prisionero el suelo, siempre lleno de ese verde tan molesto y desaprovechado que algunos llaman campo.
Algún vez habrá que pedir cuentas a quien pretende dirigir este país por las medidas que propone. Que conste que defiendo el derecho de este falsario de expresar libremente sus opiniones, pero también el deber de una ciudadanía crítica y de una prensa responsable de exigirle que demuestre sus razonamientos, que deje de hacer demagogia. Y que no se alegren los del otro bando cuasi simétrico, los del Partido Sabor a Frutas del Bosque, que dirían en la admirada bitácora "La patata de la libertad", que a ellos les ocurre tres cuartos de lo mismo. El problema son los dientes de este capitalismo de rapiña, que necesita devorar a la naturaleza y, de paso, dar a algún bocado a los seres humanos más humildes.
Para que no se diga que cargo las tintas contra este señor tan simpático que ayer vi en la tele, diré que hubo una cosa que dijo que sí que me gusto: "Estoy convencido de que si algún Gobierno tira cinco casas ilegales, los corruptos se lo pensarían mucho". Y yo. A ver si se aplican el cuento en esta región, que el Gobierno es de los suyos.

1 Comments:

At 4:49 p. m., Anonymous Anónimo said...

Totalmente de acuerdo: lo de la liberalización del suelo es un gran cuento. Las argumentaciones que dais son de gran peso y muy claras,hay que difundirlas, pues señalan las verdaderas causas de los precios por las nubes y la "destrucción" de suelo en muchas zonas.

 

Publicar un comentario

<< Home