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jueves, junio 15, 2006

Año 2040: Fotos exclusivas de los habitantes de los apartamentos ilegales


Si quieres ver cómo es la realidad de las conejeras de la SEK, treinta y cuatro años después, no tienes más que ir a esta página y verás a todos los habitantes de los apartamentos de la ribera del Eresma. Los rasgos asiáticos se deben al hacinamiento.

http://photomichaelwolf.com/100x100/

Esta es la página del fotógrafo Michael Wolf, quien, entre otras colecciones, expone en la red su proyecto 100x100, formado por un centenar de imágenes, tomadas prácticamente desde el mismo ángulo, de otros tantos hogares de cien pies cuadrados (por si no lo sabes un pie equivale a 30,48 centímetros) de un complejo de edificios de Hong Kong, con sus habitantes dentro. Cómo sobrevivir en un espacio mínimo.
Recuerda: ven a la merienda del sábado 17, a las 7 y organízate para luchar contra el minimalismo habitacional.

1 Comments:

At 6:18 p. m., Anonymous Anónimo said...

CONSECUENCIAS DE LA CORRUPCIÓN INMOBILIARIA
Muy bonitas las fotos de los chinos, pero no te lo tomes a broma, blogger, que vamos derechitos a ello. Y a más cosas.
Por ejemplo, en el mes de octubre o noviembre del pasado año salió un artículo de opinión en "El País", que hablaba de las consecuencias de este mamoneo del que tú hablas. Es una lástima no recordar quién lo publicó, pero estos son algunos párrafos, en los que se van enumerando efectos de esta plaga:

El urbanismo de promotor ha conseguido tener su correlato político: los nuevos caciques. En aspectos básicos de la vida local, la función de las instituciones y, especialmente, de los ayuntamientos, se vuelve tendencialmente irrelevante. Los promotores son los únicos empresarios que, en muchos lugares, están en condiciones reales de extorsionar a la ciudad y a sus poderes públicos con argumentos como la creación de un empleo inconcreto o la urgencia de vivienda barata imprecisa.


- La confianza en las instituciones se desmorona: se difunde una cultura de la sospecha. Es tal el volumen de dinero que corre en las operaciones inmobiliarias y tan perversa la utilización de normativas, que los ciudadanos no pueden por menos que desconfiar de los políticos que autorizan tales actuaciones. Ante ello, se generaliza una profunda desmoralización, en sentido estricto: las cuestiones relativas a la ética pública son sustituidas por los informes técnicos, de tal modo que "lo que es posible, es inevitable, y lo que es inevitable debe ser bueno o mejorable". Se implanta así un clima de resignación en medio de un darwinismo social, que se traduce en un "sálvese el que pueda" que propicia la división social, la quiebra de la autoestima ciudadana y un "todos son iguales", auténtico veneno del sistema democrático. La herencia que todo ello deja no está siendo suficientemente valorada.


- Por supuesto, la corrupción existe, aunque casi siempre sea imposible de probar, junto a fenómenos concomitantes como el blanqueo de dinero o la exigencia de pago en "dinero negro". Todo ello puede sostenerse por la potencia económica de poderosos bien arropados por gabinetes jurídicos preparados para aguantar pleitos, que desanimen al contrincante. Se cierra el círculo: si se aprecia un deterioro de lo social y democrático inscritos en la Constitución como rasgos esenciales del Estado, el Estado de Derecho, materialmente, también hace crisis en su encuentro con unos poderes superpuestos a la lógica constitucional.
La solución a esta situación no pasa, únicamente, por reformas en la legislación urbanística, aunque éstas sean absolutamente imprescindibles. Hace falta, ante todo, que las fuerzas políticas reelaboren un discurso integral, radicalmente democrático, que incluya cambios que vayan desde el funcionamiento mismo de los ayuntamientos a las medidas de control y penalización, del respeto a la participación ciudadana a la exigencia de responsabilidades a quienes perviertan su mandato público al servicio de estas operaciones. Y, también, sobre todo, que esas fuerzas políticas, en estrecho diálogo con la sociedad civil que ya no estará quieta, sean capaces de recuperar una de sus funciones básicas en democracia: asumir un liderazgo moral, un liderazgo cimentado en la transparencia y en la definición nítida e inequívoca de las intenciones.

 

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