¿En qué país vivirá está chica?
Premio para quien averigüe en qué país tan extraño vive esta mujer. Un país, en el que se destruyen paisajes y ciudades (hasta huertas, diría yo), se comercia con las ilusiones más justas y ni siquiera existe una vivienda digna para sus habitantes. ¡Qué país más raro!. A ver qué os parece este artículo -se trata de literatura fantástica, no cabe duda- de Lucía Etxebarría aparecido en "Magazine", la revista que se entrega los domingos con "El Adelantado". Se publicó el día 25 de junio, pero no creo que corra el riesgo de caducidad.
Érase una vez un país que permitía extraños y perversos convenios urbanísticos que todos los alcaldes utilizaban como forma de conseguir ingresos. Un país en el que había una isla que pertenecía a un ministro, y en esa isla, en sólo cuatro años, los distintos municipios modificaron ¡227 veces! sus planes urbanísticos. Un país en el que a otro ministro le intervinieron una conversación telefónica en la que admitía haber cobrado comisiones ilegales. Un país con un sistema judicial tan corrupto que no admitió la cinta como prueba.
Un país en el que proliferaban campos de golf en su territorio declarado desértico y en plena sequía. En el que se recalificaban hectáreas de suelo rústico en favor de una empresa cuyo administrador único era el concejal de Urbanismo. Un país en el que el concepto "vigilancia sobre construcciones ilegales y desviaciones del proyecto" ni se concebía. En el que las sanciones sobre construcciones ilegales consistían en multas y no en demoliciones; multas que resultaba rentable pagar, pues eran de montante inferior a lo que se podía ganar revendiendo la construcción. Un país en cuyo urbanismo blanqueaban el dinero todas las mafias de Europa. En el que oscuras empresas privadas acaparaban pisos para generar una escasez aparente pero falsa y así subir los precios. En el que la expropiación de suelo a particulares para cederlo posteriormente a empresas con fines sociales era práctica usual, para que las tales empresas con fines “sociales” (es un decir) lo revendieran después a precios astronómicos y –obvia escribirlo- sin beneficio para fin social alguno. Un país en el que se extendió la creación, por parte de constructores y mafiosos varios, de partidos "políticos" (es otro decir) que se presentaban a elecciones locales sólo para conseguir la concejalía de Urbanismo y ejercer desde allí sus corruptelas mafiosas. En el que la corrupción institucionalizada se vinculaba a la obtención ilícita de fondos para los partidos. En el que un tercio del precio de la vivienda se pagaba en negro.
Un país en el que hubo que repetir las elecciones de toda una comunidad porque un candidato cambió de bando de la noche a la mañana en busca del dinero fácil. Un país lleno de víctimas: los estafados con las viviendas ilegales, los expropiados, los que no podían dejar la casa de sus padres. Un país en el que cuando los manifestantes coreaban “queremos un pisito como el del principito” la policía cargaba contra ellos sin que hubiera mediado provocación, pero ningún partido protestaba. En el que la clase política de ningún partido hizo nunca nada para solucionar la situación. Un país de policías, jueces, ministros y alcaldes corruptos, un refugio de ecomafias, un paraíso del blanqueo en el que a los habitantes parecía importarles más el entierro de una folklórica que el futuro de sus hijos. Un país en el que se habían esquilmado los mares, desertizado los campos, arruinado la agricultura, devastado los paisajes. Un país lleno de Marbellas.
Lucía Etxebarría.
1 Comments:
Como dice la cancion:
"Y yo sigo aqui cantando como un gilipoyas, madre"
La izquierda de este pais a conseguido eliminar la solidaridad que teniamos y nos ha hunde en el desanimo. Los avisos de corrupcion sirven de poco.
GRACIAS, por la existencia de este blog y por ideas similares.
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