Buenos tiempos para el crimen catastral

Mientras escucho en la radio afirmar a la concejala de Medio Ambiente que ella no sabe nada de talas, que no tiene ninguna novedad que aportar, me llama un amigo y me dice que otro amigo le ha dicho que hay un plan para construir "unos mil chalés junto a la ermita de la Aparecida", dirección Club de Tenis Juan Bravo y hacia Segovia. Estupendo, así irán haciendo línea con los centenares de viviendas construidos más o menos enfrente, en Hontanares de Eresma, pueblecito segoviano que, gracias al desarrollo urbanístico, ya tiene dos kilómetros y pico de largo. ¡Cómo una ciudad!.
Y del otro lado, camino hacia la sierra, alegría, alegría. Ya están trabajando las máquinas en la carretera de La Granja, que van a hacer unos chalés bien majetes. Y Atilano -qué gracia tiene el jodío, nada más ser reelegido en la poltrona de la Caja ha hecho un llamamiento instando a que la democracia prime sobre la política en las cajas de ahorro- ya tiene a camiones y excavadoras horadando un terreno público para que proporcione beneficios privados (a él el primero, que para eso es el gerente). Estarán contentos él y su colaborador en este proyecto -y me temo que en otros- el alcalde de Palazuelos, Domingo Asenjo. Alcalde de Izquierda Unida.
Ya sé que hay más crímenes catastrales, pero con estos me desahogo por hoy. ¡Ah! Que quede claro, utilizo la palabra crimen en su segunda acepción, según el diccionario de la Real Academia:
acción indebida o reprensible. Que conste que os reprendo desde aquí. Ya veréis como gracias a estas operaciones caen en picado los precios de la vivienda en Segovia. Tururú.
Ya seguiré hablando de los mamoneos de El Parral, pero a ver si tengo suerte y alguien me cuenta algo de los chalés de La Aparecida, que mi amigo dice que se lo ha contado otro y ese no sabe nada más.